“Mi confrontación con
la docencia”
Mis padres me comentan que desde pequeña fui una persona de
ideas muy fijas. Desde que estaba en la primaria, yo decía que quería ser
maestra y jugaba con mis hermanos y vecinos a la escuelita.
Cuando terminé la preparatoria, mi papá trató de persuadirme
para que no tomara ésta profesión, ya que en ese tiempo, había pocas escuelas
en la ciudad, y a la mayoría de los
profesores los mandaban a comunidades apartadas y de difícil acceso.
No importándome las incomodidades que tuviera que pasar,
decidí estudiar en la Universidad
Veracruzana la carrera de Pedagogía y, posteriormente, en la ciudad de Tampico,
Tamaulipas, la Licenciatura en Educación Media con especialidad en C. Sociales.
Terminando la licenciatura, tuve la oportunidad de trabajar
seis años en el nivel preescolar, en una escuela particular, lo cual fue una
experiencia maravillosa, ya que los niños te contagian su ternura y sencillez
para decir las cosas, además de la alegría e iniciativa para descubrir todos
los días cosas nuevas de la vida.
Aunque me gustaba mi trabajo en preescolar, no tenía un
futuro seguro en el área privada, además, quería poner en práctica la docencia
en el nivel medio superior, así que,
durante varios años me dediqué a hacer trámites para obtener mi plaza de
trabajo estatal ó federal, hasta que finalmente lo conseguí en el sistema de Telebachillerato,
en agosto de 2005.
El cambio fue radical de preescolar a nivel medio y, aunque
tengo el perfil indicado, en un principio sí me costó trabajo adaptarme, ya que
no conocía nada de ese sistema. Afortunadamente, me encontré con muy buenos
compañeros de trabajo que me fueron enseñando la manera de realizar todas las
actividades.
Hoy estoy feliz con mi trabajo, me gusta relacionarme con los
muchachos y compartir, aparte de los conocimientos académicos, aspectos
importantes de su vida. Como en mi centro de trabajo asesoramos el mismo grupo
desde primero hasta sexto semestre, me llego a encariñar mucho con los jóvenes,
y sus problemas y alegrías también son míos. Trato de ser su amiga, sin olvidar
los límites del respeto y la responsabilidad de mi rol como docente. Trabajar
con jóvenes me brinda la oportunidad de confrontar diferentes puntos de vista,
argumentos, manera de expresarse, de sentir, de actuar.
Cada joven es como una cajita de música que, al abrirla, no
sabes que melodía sonará, y cada uno de ellos representa nuevos retos y
aprendizajes para mí como docente y como ser humano. Me satisface mucho que los
muchachos me tengan la confianza para compartir sus inquietudes personales,
emocionales, sus anhelos, sus dudas, la incertidumbre que sienten algunos sobre
lo que harán en el futuro y trato de orientarlos lo mejor que puedo; obviamente
algunos no siguen mis consejos pero, agradecen el simple hecho de ser escuchados;
y yo agradezco que, a siete años de servicio, sigo teniendo contacto y amistad
con alumnos que ya egresaron, pero constantemente me hablan ó escriben para
saludarme, contarme sus anécdotas, sus triunfos, sus fracasos; lo que me hace
sentir súper bien, porque significa que no lo estoy haciendo tan mal, ya que
sólo recordamos a los maestros que dejan huella en nuestra vida.
Desafortunadamente, no todo es color de rosa, uno de los
principales problemas con que se encuentra nuestro sistema es la falta de
recursos materiales para realizar las actividades como quisiéramos o como nos
lo exige la RIEMS. Nos dan las estrategias, las competencias que debemos desarrollar,
pero no nos dotan de los medios materiales para su aplicación; increíblemente
todavía hay centros donde no hay computadoras, que son una herramienta esencial
en la actualidad, en otras comunidades no tiene un edificio propio donde
trabajar, y así podría nombrar una larga lista de carencias que impiden que se
desarrolle satisfactoriamente el proceso de enseñanza-aprendizaje. Otro
problema, es la falta de personal capacitado para las diferentes asignaturas,
como todos sabemos, algunos compañeros tiene otra profesión de origen, y caen
en la docencia por “accidente”, lo que
genera limitaciones en la calidad educativa; afortunadamente la mayoría de
estos casos le toman amor a su trabajo y se están preparando para mejorar
su práctica docente, esta especialización
es un claro ejemplo.
Haber ingresado a la especialidad en Competencias Docentes,
ha resultado una experiencia muy positiva, aunque no ha sido nada fácil volver a retomar el rol de alumno, pues
requiere un esfuerzo extra para poder compaginar los tiempos con las
actividades que ya tenía como docente, madre, esposa, hija, etc.; me ha
brindado herramientas para mejorar y transformar mi práctica educativa desde la planeación
hasta la evaluación de objetivos, contribuyendo al desarrollo de las competencias docentes que la
RIEMS demanda, donde los profesores deben estar preparados y comprometidos para
lograr la transformación educativa que la sociedad actual necesita.
Y como todos sabemos, en la actualidad el problema económico
que enfrenta nuestro país, y la falta de valores en nuestra sociedad, hace que
muchos jóvenes abandonen sus estudios de nivel medio para integrarse a la vida
productiva, sin la preparación necesaria para sobresalir en el ámbito
profesional.
Sé que sola no puedo cambiar el mundo, pero desde mi trinchera,
mi compromiso es superarme diariamente para poner mi granito de arena, en
beneficio de la juventud mexicana.
Susana Pintado.