domingo, 6 de mayo de 2012

"Mi confrontación con la docencia"


“Mi confrontación con la docencia

Mis padres me comentan que desde pequeña fui una persona de ideas muy fijas. Desde que estaba en la primaria, yo decía que quería ser maestra y jugaba con mis hermanos y vecinos a la escuelita.

Cuando terminé la preparatoria, mi papá trató de persuadirme para que no tomara ésta profesión, ya que en ese tiempo, había pocas escuelas en la ciudad, y  a la mayoría de los profesores los mandaban a comunidades apartadas y de difícil acceso.

No importándome las incomodidades que tuviera que pasar, decidí estudiar  en la Universidad Veracruzana la carrera de Pedagogía y, posteriormente, en la ciudad de Tampico, Tamaulipas, la Licenciatura en Educación Media con especialidad en C. Sociales.

Terminando la licenciatura, tuve la oportunidad de trabajar seis años en el nivel preescolar, en una escuela particular, lo cual fue una experiencia maravillosa, ya que los niños te contagian su ternura y sencillez para decir las cosas, además de la alegría e iniciativa para descubrir todos los días cosas nuevas de la vida.

Aunque me gustaba mi trabajo en preescolar, no tenía un futuro seguro en el área privada, además, quería poner en práctica la docencia en el nivel medio superior, así que,  durante varios años me dediqué a hacer trámites para obtener mi plaza de trabajo estatal ó federal, hasta que finalmente lo conseguí en el sistema de Telebachillerato, en agosto de 2005.

El cambio fue radical de preescolar a nivel medio y, aunque tengo el perfil indicado, en un principio sí me costó trabajo adaptarme, ya que no conocía nada de ese sistema. Afortunadamente, me encontré con muy buenos compañeros de trabajo que me fueron enseñando la manera de realizar todas las actividades.

Hoy estoy feliz con mi trabajo, me gusta relacionarme con los muchachos y compartir, aparte de los conocimientos académicos, aspectos importantes de su vida. Como en mi centro de trabajo asesoramos el mismo grupo desde primero hasta sexto semestre, me llego a encariñar mucho con los jóvenes, y sus problemas y alegrías también son míos. Trato de ser su amiga, sin olvidar los límites del respeto y la responsabilidad de mi rol como docente. Trabajar con jóvenes me brinda la oportunidad de confrontar diferentes puntos de vista, argumentos, manera de expresarse, de sentir, de actuar.

Cada joven es como una cajita de música que, al abrirla, no sabes que melodía sonará, y cada uno de ellos representa nuevos retos y aprendizajes para mí como docente y como ser humano. Me satisface mucho que los muchachos me tengan la confianza para compartir sus inquietudes personales, emocionales, sus anhelos, sus dudas, la incertidumbre que sienten algunos sobre lo que harán en el futuro y trato de orientarlos lo mejor que puedo; obviamente algunos no siguen mis consejos pero, agradecen el simple hecho de ser escuchados; y yo agradezco que, a siete años de servicio, sigo teniendo contacto y amistad con alumnos que ya egresaron, pero constantemente me hablan ó escriben para saludarme, contarme sus anécdotas, sus triunfos, sus fracasos; lo que me hace sentir súper bien, porque significa que no lo estoy haciendo tan mal, ya que sólo recordamos a los maestros que dejan huella en nuestra vida.

Desafortunadamente, no todo es color de rosa, uno de los principales problemas con que se encuentra nuestro sistema es la falta de recursos materiales para realizar las actividades como quisiéramos o como nos lo exige la RIEMS. Nos dan las estrategias, las competencias que debemos desarrollar, pero no nos dotan de los medios materiales para su aplicación; increíblemente todavía hay centros donde no hay computadoras, que son una herramienta esencial en la actualidad, en otras comunidades no tiene un edificio propio donde trabajar, y así podría nombrar una larga lista de carencias que impiden que se desarrolle satisfactoriamente el proceso de enseñanza-aprendizaje. Otro problema, es la falta de personal capacitado para las diferentes asignaturas, como todos sabemos, algunos compañeros tiene otra profesión de origen, y caen en la docencia por “accidente”,  lo que genera limitaciones en la calidad educativa; afortunadamente la mayoría de estos casos le toman amor a su trabajo y se están preparando para mejorar su  práctica docente, esta especialización es un claro ejemplo.

Haber ingresado a la especialidad en Competencias Docentes, ha resultado una experiencia muy positiva, aunque no  ha sido nada  fácil volver a retomar el rol de alumno, pues requiere un esfuerzo extra para poder compaginar los tiempos con las actividades que ya tenía como docente, madre, esposa, hija, etc.; me ha brindado herramientas para mejorar y transformar  mi práctica educativa desde la planeación hasta la evaluación de objetivos, contribuyendo al  desarrollo de las competencias docentes que la RIEMS demanda, donde los profesores deben estar preparados y comprometidos para lograr la transformación educativa que la sociedad actual necesita.

Y como todos sabemos, en la actualidad el problema económico que enfrenta nuestro país, y la falta de valores en nuestra sociedad, hace que muchos jóvenes abandonen sus estudios de nivel medio para integrarse a la vida productiva, sin la preparación necesaria para sobresalir en el ámbito profesional.

Sé que sola no puedo cambiar el mundo, pero desde mi trinchera, mi compromiso es superarme diariamente para poner mi granito de arena, en beneficio de la juventud mexicana.

Susana Pintado.